Monetarias y Cambiarias

Si se reduce la demanda de dólares transaccionales, el tipo de cambio, ¿baja?



¿Qué está pasando?

En agosto se rompió la tregua cambiaria. Impulsado por factores internacionales –la crisis turca primero y la incertidumbre política brasileña después-, que se potenciaron en el plano local, el dólar escaló casi 12% en lo que va del mes, superando 30 ARS/USD. Aunque la actividad económica continúa deprimida, por lo que se reducen las necesidades de divisas para operaciones comerciales, estas “mejoras” más que se revierten al contrastar con la dolarización de ahorros –principalmente minorista-.

Cabe destacar que, si bien en julio el tipo de cambio cayó más de 5%, las presiones no habían cesado. Por caso, mientras que la salida neta de divisas por transacciones corrientes se contrajo en casi USD 800 M en dicho mes al comparar con igual período del año pasado, la formación de activos externos del sector privado aumentó USD 880 M en julio de 2018, más que contrarrestando el ahorro anterior. Sin embargo, producto de las licitaciones de divisas diarias realizadas por el Tesoro, estas presiones no se reflejaron en un salto del tipo de cambio. Por el contrario, en agosto, en un clima más turbulento a escala global, las presiones se agravaron y se cristalizaron en la pérdida de valor del peso.

¿Qué está haciendo el gobierno para frenar al dólar?

A diferencia de abril y mayo, cuando el Banco Central intentó utilizar la menor cantidad de herramientas posible y con la menor intensidad (por caso, intervino tibia y diariamente en el mercado; subió tres veces en cuatro días hábiles la tasa de interés; contrajo la cantidad de dólares que podían disponer los bancos comerciales de forma tal de limitar nuevas demandas, pero no para apuntalar la oferta) al momento, las acciones parecen más fuertes –ya sin poder jugar el “ancho de espadas” de un nuevo acuerdo con el Fondo-.

En primer lugar, se flexibilizó el acuerdo con el FMI, de forma tal que la autoridad monetaria pudiera intervenir de manera directa en el mercado cambiario. En segunda instancia, se incrementó en 5 p.p. una tasa de interés ya elevada –la de referencia de política monetaria, no la de LEBACs que se mantuvo estable- y se garantizó su nivel, de mínima, hasta octubre. Además, el Ministerio de Hacienda intensificó los canjes de LEBACs en pesos por LETEs en dólares, buscando así disipar potenciales desarmes de posiciones en el futuro inmediato –al costo de posponer este riesgo e incrementar el de default-.

Con todos estos esfuerzos, ¿hasta dónde tiene espacio el dólar para subir?

Aunque el dólar acumula un alza mayor a 60% desde que comenzó el año, conforme a nuestras estimaciones, todavía tiene un terreno importante para recorrer en lo que resta de 2018. Concretamente, según nuestras proyecciones, la divisa terminaría 2018 –de mínima- en la zona de 32 ARS/USD, lo que implicaría una suba de 80% en términos interanuales. Esta dinámica responde a la constante dolarización de ahorros, que pareciera intensificarse a medida que se desvaloriza el peso –y también que caen los salarios reales-, en lugar de percibir que el mismo se encuentra barato y atenuar las presiones. Dado que en nuestro país la compra de divisas para tenencia depende de los stocks y no de los flujos (ingresos reales mensuales), las mismas no poseen una correlación con el ciclo económico; por lo tanto, aunque la actividad económica “se acomode” a niveles más bajos y sostenibles, tal como lo viene haciendo desde mayo, la demanda de divisas por motivos especulativos o precautorios –no transaccionales- no la seguirá. Hecho este análisis, y como respuesta a la pregunta que le dio origen a este texto, podemos afirmar que aunque “la inflamación” de la actividad se vaya (que la misma se “achique”), el tipo de cambio no bajará y, en consecuencia, el dólar barato no volverá.



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