Sector Externo

Las huellas de las correcciones y lo que vendrá



El frente externo dejó atrás un 2023 atípico: la utilización de Reservas Internacionales y la acumulación de deuda comercial le permitieron al Gobierno postergar las correcciones cambiarias y sostener el nivel de importaciones pese al severo impacto de la sequía en el ingreso de divisas.

Como consecuencia del salto cambiario y las diversas las medidas implementadas por la nueva gestión, el saldo comercial revirtió una racha de nueve meses en déficit y acumuló un resultado positivo por USD 3.241 M entre diciembre y febrero. Más allá del efecto precio, la mejora en el saldo estaría explicada principalmente por una marcada caída en las cantidades importadas y un esperable incremento en las cantidades exportadas gracias a la recuperación de la cosecha fina.

Hacia adelante, la elección del tipo de cambio como ancla nominal para reducir la inflación irá aminorando las consecuencias mencionadas, dando paso a otras razones para explicar el devenir del frente externo: 1) Las importaciones se verán afectadas por una demanda interna desplomándose; y 2) las exportaciones dependerán de los resultados de la campaña agrícola, la demanda internacional y el impulso de sectores estratégicos (energía y minería).

 

El frente externo dejó atrás un 2023 atípico, caracterizado por una abrupta sequía que fue determinante a la hora de explicar un saldo comercial deficitario de USD 6.928 M, el mayor desde 2017. Para dimensionar la misma, si sólo se cuentan los principales cultivos de exportación (trigo, soja y maíz), las inclemencias climáticas rondaron en pérdidas próximas a los USD 15.500 M (cerca de tres meses de importaciones).

A pesar de ello, las cantidades importadas relacionadas a la producción (Bienes Intermedios y Bienes y Piezas de Capital) se sostuvieron en niveles históricamente altos. De hecho, mostraron el segundo mayor registro de la serie (2004-23), en línea con el nivel del 2017 (pico de actividad económica) y por debajo de 2022. En particular, las cantidades importadas de Piezas y accesorios de bienes de capital crecieron 3% i.a., seguido por Bienes Intermedios (+2% i.a.). Por su parte, se observó una contracción de 12% i.a. para Bienes de Capital.

Ahora bien, ¿cómo se mantuvo este nivel de compras externas y cuáles fueron sus costos? ¿era sostenible en el tiempo?

En un contexto de escasez de divisas, el tipo de cambio no ajustó y el Gobierno anterior, con la premisa de sostener la actividad económica para no perder competitividad electoral, postergó las correcciones necesarias. Como consecuencia, el 2023 estuvo signado por una fuerte apreciación cambiaria, una acentuada brecha y volatilidad en los dólares paralelos que reforzaron los desequilibrios al incentivar mayores compras externas y desincentivar las (reducidas) liquidaciones de divisas.

La ausencia de correcciones en los flujos se afrontó mediante el consumo de stocks presentes y futuros. Ante la falta de financiamiento internacional para cubrir el déficit comercial de bienes y servicios, el grueso de las necesidades fue cubierto mediante: 1) El uso de Reservas Internacionales, que terminaron el año en mínimos históricos al caer cerca de USD 14.100 M (sin DEG) hasta el 7/12; y 2) Un aumento exponencial de la deuda comercial por importaciones de bienes, que se ubicó +USD 13.600 M por encima del nivel normal de operaciones (según estimaciones oficiales).

La inevitable corrección y sus consecuencias

Apenas asumió, la actual administración decidió corregir el atraso cambiario y convalidar un salto discreto del tipo de cambio oficial próximo al 120%. Además, se modificaron los tipos de cambio efectivos, colocando al tipo de cambio importador (tras elevación al 17,5% del impuesto PAIS) por encima del exportador (que además cuenta con retenciones y el beneficio de liquidar el 20% al dólar CCL), invirtiendo así el esquema cambiario heredado.

Asimismo, se abordaron de forma diferenciada los stocks y los flujos. Por el lado de los stocks, se ofrecieron los BOPREALES a importadores con deudas por importación de bienes y servicios. Mientras que, para los flujos, se diseñó el esquema de pagos del 25% mensual para el grueso de las compras externas, sumado al impacto de las correcciones cambiarias mencionadas.

Como consecuencias de estas medidas, el saldo comercial revirtió una racha de nueve meses en déficit y acumuló un resultado positivo por USD 3.241 M en el trimestre diciembre-febrero. En paralelo, las cantidades importadas relacionadas a la producción se redujeron 18% respecto al trimestre previo (sin estacionalidad), siendo la mayor caída en la comparativa contra otros episodios devaluatorios.

Contrariamente, las cantidades exportadas se movieron en el sentido inverso (+14,5% t/t s.e.). Sin embargo, cabe destacar la proximidad y recuperación de la cosecha fina ayuda a explicar buena parte del repunte registrado tras el salto cambiario.

¿Seguirá esta tendencia en 2024?

Hacia adelante, la competitividad cambiaria se irá perdiendo. Producto del propio salto cambiario y la desregulación de precios, se configuró una inflación mensual que permanece elevada, en un escenario donde el tipo de cambio fue elegido como ancla nominal y se desliza apenas al 2% mensual. Así, el tipo de cambio se apreció un 36% desde el 13 de diciembre.

Esta pérdida de competitividad cambiaria es una variable a monitorear, ya que será determinante para la decisión del agro de liquidar y exportar en los próximos meses. No obstante, el repunte de las cantidades exportadas no sólo dependerá de que el esquema cambiario llegué lo menos castigado posible (ver el siguiente Informe para mayor detalle), de la demanda externa y las condiciones climáticas del ciclo agrícola, sino que también será relevante lo que ocurra con las exportaciones energéticas y mineras.

Por su parte, las cantidades importadas son más sensibles a la demanda doméstica: desde el 2004 a esta parte, casi siempre que el consumo y la actividad cayeron, las importaciones hicieron lo propio. Sumado a esto, la insostenibilidad del esquema previo tuvo como consecuencia un sobreabastecimiento de importadores, que explica también en buena medida la actual desaceleración de las compras.

No obstante, esta regla tiene excepciones. Por ejemplo, mientras en 2016 el producto cayó 2%, las cantidades importadas crecieron 3%. ¿Qué explicó este fenómeno? La liberación del CEPO y las regulaciones comerciales que regían entonces impulsaron las compras externas de bienes de consumo (+17% anual crecieron en 2016, junto a un estancamiento de las importaciones productivas), traccionando las importaciones en su conjunto.

Por lo tanto, en un 2024 que tendrá una abrupta caída de la actividad (estimamos un descenso del 4,7% i.a. en el primer semestre; -3,5% anual), las importaciones productivas se verán fuertemente afectadas, con una caída que estimamos rondará el 4%. A diferencia de 2016, las importaciones de bienes de consumo dependerán de la capacidad del Gobierno para liberar en mayor o menor medida el comercio exterior (prueba de este intento es lo ocurrido con los bienes de la canasta básica) en un contexto de escasez de divisas.

En suma, estimamos que la recuperación del agro, sumada a la reversión del déficit energético y el desplome de las importaciones por una menor actividad redundarán en un superávit comercial que podría superar los USD 14.000 M.



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