Política

La escena electoral anticipa un Congreso sin quórum propio para ningún espacio



La elección presidencial dejará una nueva configuración de la escena legislativa, que pudiera facilitar o complejizar la toma de decisión para un presidente que deberá enfrentar grandes desafíos. Si bien el escenario electoral no cambió estructuralmente de lo que veníamos viendo durante el 2022 (seguimos viendo una tendencia de voto opositora mayoritaria), una distribución más pareja de apoyos entre las opciones opositoras empieza a anticipar que, más allá del resultado, nos encaminamos a un Congreso donde ninguna fuerza tendrá quórum propio.

El emparejamiento de la competencia presidencial tiene consecuencias en la proyección que venimos haciendo de la distribución de bancas en el Congreso. No sencillo hacer estimaciones con el sistema D´Hont de traducción de votos en escaños, lo que no nos permite tener precisiones en estas estimaciones porque se requiere tener todos los supuestos más o menos definidos y no tenemos estimaciones electorales para las 24 provincias. Con lo que hacemos un ejercicio de proyectar los resultados a nivel nacional a escala provincial para poder tener una aproximación, que nunca será extremadamente precisa. 

En donde hay certezas, es en afirmar que muy probablemente el oficialismo retroceda en su representación en el Congreso. Sobre todo en la Cámara de Diputados, donde podría caer por debajo de las 100 bancas (ello es más de 18 bancas menos). Ello es producto de que tuvo una mala elección en 2021 y volvería a tener una elección con un tercio de los apoyos, lejos del 48% que sacó en 2019 y que le permitió sumar las bancas que hoy tiene que renovar. De modo, es válido afirmar que aun en un escenario poco probable de reelección, el oficialismo saldría debilitado y debería gobernar con menos fortaleza parlamentaria. 

La caída en la intención de voto de Juntos por el Cambio, que era con holgura la principal oferta opositora a mediados del año pasado, reduce la proyección que venimos haciendo sobre su probable fortaleza electoral a partir del 10 de diciembre. Si bien sigue siendo potencialmente la fuerza más votada, y sigue siendo la que potencialmente reúna más bancas en el Congreso, esa proyección se ha venido recortando y hoy proyectamos un piso de 105 bancas en diputados, siendo eso más de 10 bancas menos que las que tiene hoy.

Proyectar la cosecha de bancas que pueda producir Javier Milei también tiene su complejidad, ya que ella está muy influenciada por la posibilidad de que pueda lograr segundos o primeros lugares en las diferentes provincias. Si proyectamos de manera arbitraria, como la hacemos en este ejercicio, el resultado nacional que estamos observando según nuestros estudios, que lo ubica en un tercer lugar, Milei pierde chances de recoger bancas en provincias chicas donde se disputan solo dos escaños. Ese sesgo mayoritario de nuestro sistema de asignación de bancas en escaños relativiza la cosecha de Milei. Pero en todo caso, aun siendo que se subestime esa proyección, no deja de ser elocuente que su fortaleza legislativa sería la más escasa de todas. 

La explicación para esa suerte de inconsistencia, de tener un presidente electo con escasa fortaleza legislativa, se explica en la naturaleza de esta repentina aparición de Javier Milei en la escena. El sistema no está preparado para procesar un ascenso tan vertical y acelerado de una figura en la escena nacional. Se requiere un proceso mínimo de tiempo para poder construir una fuerza capaz de sostener la fortaleza política de un candidato a presidente electo y ello no está ocurriendo en el caso de Milei. 

En definitiva, las proyecciones de comportamiento electoral nos están anticipando que el voto de la gente va a ingresar más dividido al sistema de lo que preveíamos hace unos meses atrás. Y ello se traducirá naturalmente en una representación más dividida en el Congreso. 

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