Sectorial

La construcción acumula tres meses de estancamiento



¿Qué pasó?

En agosto el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción -ISAC- publicado por el INDEC, no mostró avances en la comparación interanual (+0,1% i.a.). De esta forma, el sector no exhibe crecimiento desde mayo pasado y acumula a agosto un incremento del 8% i.a.

Por su parte, el Índice Construya (elaborado a partir de las ventas al sector privado de insumos para la construcción de once empresas representativas) marcó en agosto la caída más profunda desde diciembre de 2016 (-12% i.a.) y acumula en los primeros ocho meses del año un avance de 2,7% i.a.

¿Qué explica el estancamiento?

El nuevo escenario macroeconómico acaecido por la crisis cambiaria se configura como un contexto adverso para el desarrollo de la construcción, paralizando la obra pública y desalentando la puesta en marcha de proyectos privados. En relación con la construcción pública, las exigentes metas de déficit fiscal significaron un recorte de la obra pública, por lo que el gasto de capital de la Administración Pública Nacional cayó en el acumulado a agosto un 35% en términos reales. Particularmente el gasto destinado a vivienda sufrió un recorte de casi el 60% y el de transporte un 34%. En cuanto a la construcción privada, la inestabilidad macroeconómica y la fuerte devaluación del Peso, frenaron los proyectos. Desde el punto de vista de las familias, en los primeros ocho meses del año los salarios en dólares de los trabajadores registrados se derrumbaron a menos de la mitad, mientras que el costo de construcción, medido en la misma moneda, cayó 33%. En consecuencia, a pesar de que este último se ubica en el menor nivel desde octubre de 2007, un trabajador hoy puede construir un 36% menos con su sueldo, respecto de diciembre de 2017. En este marco, los permisos para construcción caen hace 5 meses ininterrumpidamente y acumulan a agosto una contracción del 10% i.a. De igual manera, el incremento de la tasa de interés de referencia congeló al sector inmobiliario y apagó su principal motor: los créditos hipotecarios indexados. Estos últimos, con caídas del 38% i.a. promedio en los últimos tres meses, pasaron de representar en enero pasado el 45% de las escrituras celebradas en CABA y Provincia de Buenos Aires, a sólo el 15% en agosto.

¿Cuáles son las perspectivas?

Las perspectivas son pesimistas. En lo que resta del año, la recesión del sector de la construcción se profundizará a raíz del deterioro del poder adquisitivo en dólares, el encarecimiento del financiamiento y el repliegue de la obra pública. De esta manera, al crecimiento del primer semestre experimentado por la actividad, le seguiría un segundo semestre de contracción mayor, por lo que el 2018 concluiría con una leve caída del 0,9%. En esta línea, los avatares macroeconómicos persistirán durante la primera parte de 2019, por lo que la actividad no encontrará la recuperación hasta el último trimestre del año que viene. A diferencia de otros años electorales, el 2019 no tendrá como motor principal de la construcción a la obra pública, dado que el Estado nacional prevé un gasto de capital que caerá en términos nominales (-7% anual). En este sentido, se prevé compensar parte de dicho retroceso con proyectos de Participación Público Privada, pero el contexto interno recesivo y de incertidumbre política, la persistencia de tasas altas de interés y la menor liquidez mundial, difícilmente permitan un desarrollo significativo de estos proyectos. Al mismo tiempo, a los pequeños proyectos privados de construcción les costará ver la luz, dado que el salario en dólares no se recompondrá y el acceso al crédito continuará siendo exiguo. Un aliciente serán los proyectos de grandes desarrolladores destinados al sector premium, donde la demanda no estará tan contenida y la rentabilidad es alta en un contexto de caída de los costos en dólares y aumento del precio de las viviendas.



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