Monetarias y Cambiarias

El balance cambiario del 2021



Por tercer año consecutivo, y a diferencia del período 2013-18, la cuenta corriente cambiaria resultó superavitaria (+USD 5,5 bll). En comparación con otros años de superávit externo, y aún sin corregir por inflación internacional, este saldo es prácticamente la mitad del promedio registrado entre 2003 y 2010 – años de elevada competitividad cambiaria, actividad económica, sin controles de cambio ni restricciones financieras -. No obstante, es un 37% superior al del promedio 2011-12, cuando comenzaban a consumirse los equilibrios macroeconómicos de la década anterior.

Aunque heterogéneo al interior, el superávit de balanza comercial (USD 10,8 bll) fue el principal motor del superávit de cuenta corriente. El resultado de la balanza de bienes (USD 15,2 bll, +80% i.a. – dinámica distorsionada por la normalización de la actividad económica local e internacional –) estuvo en línea con el promedio del decenio 2003-12. En comparación con el 2019, este registro fue un 35% menor (la pronunciada recesión y depreciación cambiaria de dicho año que deprimieron considerablemente las importaciones de bienes – 30% menores al promedio 2016-19 explican esta dinámica).

Si bien el superávit comercial de bienes fue menor al del 2019, tanto las exportaciones como las importaciones mostraron un mayor dinamismo en 2021: +32% y +78% respectivamente. Se destaca el muy superior crecimiento de las importaciones por sobre las exportaciones en un año donde se materializó un rebote de la actividad mayor al esperado, el tipo de cambio real se abarató un 17,5% y donde, a su vez, la brecha cambiaria (78% promedio anual CCL, con máximos del 120%) incentivó este comportamiento. Incluso, la aceleración los dólares financieros en el último trimestre del año (+14 p.p. promedio trimestral Q4 vs Q3) volvió a impulsar el anticipo de importaciones hasta casi el último trimestre del año.

El segundo componente de la balanza comercial, como ocurre históricamente, fue deficitario. El rojo de la balanza de servicios (USD 4,4 bll) fue un 179% mayor que el del 2020, año atípico para estos sectores, particularmente el turismo, donde la prácticamente nula actividad desplomó el egreso de divisas por esta vía. Con la recuperación de la actividad económica, el avance de la vacunación y la gradual normalización de la situación sanitaria despertó (parcialmente) un gigante dormido.

Excepto por los servicios de información e informática (+ USD 0,6 bll) y los relacionados a empresariales, profesionales y técnicos (+ USD 1,9 bll) – dos sectores aportantes netos de divisas desincentivados por la brecha cambiaria actual –; todos los sectores restantes fueron deficitarios, con Fletes (- USD 2,9 bll) y “viajes y pagos con tarjeta” (- USD 2,1 bll) siendo los principales. Con relación al primero, el resultado se entiende a partir del encarecimiento de los costos de transporte (fenómeno mundial producto de la situación sanitaria y diversos cuellos de botella en centros logísticos mundiales). Respecto del segundo, esta partida será crucial de cara al 2022: el déficit registrado en 2021 (con un primer semestre todavía muy afectado por el COVID+19) es tan solo un 40% de aquel visto en promedio en 2012-15 y un tercio del promedio 2016-19.

El ingreso primario implicó un egreso neto de divisas por USD 5,2 bll, donde los pagos de intereses al FMI (USD 1,3 bll) y otros pagos de intereses (USD 2,9 bll) fueron las principales causas. El menor déficit por esta partida respecto al 2020 (USD 6,6 bll) se explica principalmente por el menor pago de intereses a organismos internacionales (la postergación del pago al Club de París en el 2021 incidió en esta dinámica) como también por un menor pago de intereses del Gobierno Nacional, producto de la reestructuración de los títulos públicos efectuada en 2020.

El superávit de cuenta corriente del 2021 se utilizó prácticamente en su totalidad para reducir pasivos externos (en total, los egresos netos por préstamos financieros, títulos de deuda y líneas de crédito implicaron una salida de divisas de USD 5 bll) y para intervenir en la brecha cambiaria (USD 2,5 bll). La formación de activos externos (FAE) implicó un rojo de USD 0,5 bll, producto de la compra de billetes para atesoramiento (USD 0,8 bll). Excepto por el 2013, este es el menor valor registrado de toda la serie histórica y es consecuencia del férreo control de cambios actual. Pero, del mismo modo que el cepo disipa transitoriamente los egresos de divisas y canaliza la demanda del mercado oficial hacia los mercados alternativos, también desincentiva el ingreso de divisas, no solo de capitales financieros – nulo en el 2021 – sino también de inversión real: la inversión extranjera directa acumuló tan solo USD 0,7 bll en el año. Este es el menor nivel registrado en la serie, representa menos de la mitad del promedio visto entre 2013 y 2015 (USD 1,8 bll), también de cepo cambiario.

Por los motivos explicados, el Banco Central finaliza el año sin poder acumular reservas en sus arcas a pesar del no despreciable superávit comercial. La recomposición de este stock vital ya está en el centro de la negociación con el FMI y será crucial para evitar un desenlace desordenado de la situación cambiaria actual.



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