Política

Cuando ningún camino es un buen camino



No es novedad que la imagen del Gobierno, las expectativas sobre el futuro del país y la percepción sobre el rumbo económico se han venido deteriorando desde comienzos de año. Y los datos de agosto, no muestran un cambio en esa tendencia: 1) la imagen de Gobierno sigue buscando su piso (28% de valoración positiva); 2) las expectativas siguen hundidas en el pesimismo (solo el 25,3% cree que el país va a mejorar en un año y solo el 17,3% cree que su situación económica personal mejorará en 12 meses); y 3) siguen dominando las preocupaciones económicas, incluso con los cuadernos de Centeno en la agenda: el 54,7% cree que la inflación y la desocupación son los principales problemas que afectan al país y dejando a la preocupación por la Corrupción en un lejano 20,2%.

Sin embargo, ninguna de esas variables hoy están afectando más al Gobierno que la trampa en la que están atrapadas las expectativas sobre el futuro del propio Gobierno, luego de que la crisis cambiaria y el sinceramiento de la vulnerabilidad macroeconómica hayan depositado grandes interrogantes sobre lo que pueda suceder con Macri en 2019. Esta trampa surge de dos grandes dudas que acorralan las perspectivas del futuro de Cambiemos:

¿Puede el Gobierno cumplir con los compromisos asumidos con el FMI en estas condiciones de debilidad política?

Se trata de un interrogante que se potencia día a día producto de la manera en la que se viene profundizando la caída de su popularidad y la baja en la actividad económica, lo que provoca consecuencias muy nocivas en términos de popularidad: pérdida de poder adquisitivo del salario, inflación y problemas de empleo.

¿Puede el Gobierno, en el caso que cumpla con aquellos compromisos, ganar la elección presidencial el año próximo?

Si a pesar de las dificultades que pueda conllevar, el Gobierno logra cumplir con los compromisos de baja de déficit (hace el ajuste), ¿podrá, en ese contexto, tener una buena performance electoral en medio de una economía que posiblemente no logre recuperarse sino hasta bien entrado el año electoral? Las consecuencias económicas que producirá el cumplimiento del acuerdo con el FMI, ¿le permitirán al Gobierno ganar la elección?

En definitiva, para el mercado, el Gobierno tiene que hacer el ajuste, pero se duda que lo pueda hacer, y si lo hace, se duda que pueda ganar la elección. Dudas que provocan mucha incertidumbre, porque lo que aparece como alternativa a este Gobierno en 2019, no es lo deseable. Según el último estudio de Synopsis, la principal alternativa opositora hoy en el escenario electoral es el Kirchnerismo, que tiene una intención de voto de 30,2%, apenas 2,4 puntos debajo de la intención de voto del Oficialismo (32,4%), y muy por encima del Peronismo Federal con 10,7% de intención de voto.

Pero la trampa de las expectativas para el Gobierno culmina con la contradicción que hay entre la estrategia económica y la electoral, que es al siguente: el mejor escenario electoral para el Gobierno (confrontar con Cristina Kirchner), es el que ofrece la peor alternativa para el escenario económico, un triunfo de CFK. Para el Gobierno, la estrategia electoral dominante es confrontar con CFK, porque sigue teniendo un techo significativamente bajo (58% de imagen negativa), que con la aparición de la causa de los cuadernos seguramente se consolidará. Pero esa estrategia, le ofrece al mercado el peor escenario alternativo a una derrota del oficialismo: un triunfo de CFK.

En definitiva, es esta trampa de las expectativas la que deberá superar el Gobierno para generar confianza en el futuro de la economía, porque a pesar de que pudiera estar haciendo lo que hay que hacer (o lo que le piden), tiene que convencer que ello no conllevará a un escenario no deseable.



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